Eridú es la primera ciudad mesopotámica elegida por los dioses y mítico jardín del paraíso sumerio, un lugar bendecido por el agua. Próximo al mar, rico en caza y pesca, como la marisma del llano de Barcelona atravesada por rieras. Bajo ese halo de vergel entramos en la antigua laguna, situada en el Raval, observable todavía en la cota baja de escaleras que descendemos desde la Ronda de Sant Pau en dirección a la calle de Carretas. Según el proyecto paleo-barcino el “esgraó litoral” formado en las desembocaduras de las rieras, es rastreable todavía hoy en algunas zonas, como las también escaleras de las galerías de la calle Trafalgar. Era el paso de la tierra firme a las profundas lagunas, entorno a las cuales se asentaban los pobladores agricultores y ganaderos del neolítico. La más extensa de todas era la laguna del Cagalell, que llegó a tener 25 hectáreas, y ocupaba casi todo el actual barrio del Raval. En plena plaza Folch i Torras repleta de niños a esta hora de la tarde, nos sentimos sumergir en las aguas de otro tiempo, bajo nuestros pies está el barro acumulado de la antigua laguna de hasta 20 metros de profundidad.

Representación del dios Enki con sus símbolos: el ave, la cabra y las corrientes de agua.

A Enki, dios de las aguas subterráneas, estaba consagrado el principal templo de Eridú. El núcleo urbano de la Baja Mesopotamia se remonta al 5000 a.C., en una fase todavía prehistórica de la civilización sumeria, erigido sobre un territorio frecuentado de marismas junto al Eúfrates, cercano al entonces mar del golfo pérsico. Su templo elevado “ Casa del acuífero” era el centro de la ciudad, reconstruido hasta 17 veces estaba abierto día y noche al culto de Enki.

Nos asomamos hasta la parte alta de la calle Reina Amalia, allí los vecinos levantaron un vergel tras un solar tapiado, lo recuerdo repleto de exuberante vegetación. L’Hort del Xino fue desde el 2009 un oasis verde en el corazón del Raval en el que, pese al cúmulo de escombros de derribos que no se pudieron retirar, crecieron higueras entre otros árboles frutales que cobijaban con su sombra reuniones, comidas y todo tipo de celebraciones. Además estaba el huerto, mantenido a diario con agua de bidón hasta que la propiedad clausuró definitivamente su acceso.

Habitamos el llano de Barcelona delimitado por el río Llobregat y el Besós, la desembocadura de este último alcanzaba hace cuatro mil años los pies de Montjuïc. Una tierra entre ríos, como el Tigris y el Eúfrates mesopotámico, cultivada por sus pobladores desde el VI milenio a.C., cuando la domesticación de la naturaleza, procedente del Próximo Oriente hace 12.000 mil años, trajo al mediterráneo la agricultura y la ganadería como forma de vida y primera actividad modificadora del paisaje.

Acondicionamiento y construción del jardín comunitario del Ágora Juan Andrés.
Octubre 2014. Imagen extraída del blog juanandresbenitez.wordpress.com

Callejeamos por el Raval, la zona de la gran laguna, buscando entre las esquinas rastros del vergel terrenal que fue. Otro oasis aparece ante nuestros ojos en la confluencia de la calle Aurora con la calle Riereta. Un espacio comunitario liberado que no olvida su razón de ser, así se anuncia en los muros que delimitan la llamada Ágora Juan Andrés, un jardín templo vecinal levantado contra el olvido de un crimen perpetuado por los Mossos una noche de 2014 enfrente mismo del solar. A nuestra llegada un grupo de niños nos recibe entre juegos y corridas, el sitio es frecuentado por todo el barrio y se ha convertido en lugar de culto, escenario de tertulias, encuentros, actos culturales y debates a cielo abierto. Advertimos el signo del lugar, destinado en un inicio a la especulación inmobiliaria con la construcción de un hotel de lujo, y es que todo lo plantado enrraizó velozmente en las entrañas del barro primigenio que formaba parte de la antigua laguna del Cagallell.

Sant Pau del Camp.
Gravat de Girault de Pragney (1820)
Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya

Persuadidos por la potencia de esta imagen tomamos la calle Riereta hasta llegar a las inmediaciones de Sant Pau del Camp, monasterio benedictino del siglo X instalado entonces en la ribera oeste de la laguna. Construido probablemente sobre un antiguo edificio religioso, hoy sus jardines son refugio y campamento improvisado de otra comunidad, la de migrantes sin papeles. En sus inmediaciones se encontró un cráneo de unos 6.500 años de antigüedad. Hallado en el yacimiento de la Caserna, pertenecía a una mujer que vivió aquí en el Raval, nuestro paraíso terrenal particular, un lugar ideal que ofrecía abundante agua dulce, con torrentes, rieras y lagunas, entre el mar, Montjuïc y la sierra de Collserola.

El claustre Josep Salvany, 1912.
Claustro de Sant Pau del Camp.
Biblioteca de Catalunya.
Fons Josep Salvany

La laguna del Cagalell existió hasta el siglo XIII entre la zona comprendida por el Paral·lel, Las Ramblas y la calle Sant Pau. Más tarde a la laguna fueron a parar los desperdicios de la ciudad amurallada, de ahí su nombre. Las rieras de Magoria, Valldonzella y Creu d’en Malla abastecían el antiguo lago. Todavía sus cauces se mantienen subterráneos y los días de fuertes lluvias las rieras de Magoria y Creu d’en Malla inundan la parada de metro de Sant Antoni, confluyendo ambas rieras en esta zona y haciendo emerger a la superficie la memoria del paraíso que todavía impregna la tierra.

El llano de Barcelona al igual que Eridú, la ciudad más antigua según la tradición sumeria poseía abundante agua, caza, pesca y vegetación. Así aparece descrito en la Lista Real sumeria, un texto que se remonta al tercer milenio antes de nuestra era, cuando los dioses tras la creación del mundo y de la humanidad descendieron a la tierra escogiendo la ciudad de Eridú  –– Eri-dugga (Ciudad Buena)– para instaurar la realeza mítica que gobernaría hasta la llegada del diluvio universal. Como la antigua Eridú mesopotámica el Raval tiene sus propia tradición hecha de mitos y leyendas, de dioses y diosas, héroes y batallas que cubren todo su territorio. Una geografía mítica que nos trae de vuelta a un paraíso cercano.

L’Hort del Xino (2017). Imagen procedente de la campaña en
https://www.change.org/p/ajuntament-de-barcelona-el-hort-de-xino-no-se-vende